¿Quién no recuerda en las mañanas frías o en las tardes soleadas escolares la lectura de sus primeras líneas: "Platero es pequeño, peludo, suave. Se diría que es todo algodón, que no tiene huesos"?.
"Platero y yo" un clásico de la Literatura española hoy cumple un siglo. ¡Felicidades!
Siempre me cautivó este magnífico libro. Aunque no es un libro para niños, quizás lo es para todas las edades. En la infancia nos quedamos con la parte entrañable y tierna, la amistad entre el narrador y Platero.En la lectura adulta descubres un libro reflexivo, sobrio y con una llamada de añoranza y nostálgica.Es elegante la descripción y el análisis de los sentimientos.La delicadeza que posee para tratar el dolor, la vida y la muerte revela una gran humanidad y sensibilidad. Asimismo, es un libro que describe las desigualdades sociales en algunos capítulos. Es una lectura rebosante de recursos literarios con una exquisita prosa poética, por tanto es merecedora de unos días mágicos con ella.
No es extraño que su creatividad literaria fuera reconocida con el bien merecido Premio Nobel de Literatura.
* Es una lectura imprescindible.Es una puerta de entrada para conocer a un gran escritor:
* Hay ootros muchos párrafos intensos y hermosos, si bien menos conocidos, tales como:
" Anochecer: Miedo. Aliento contenido. Sudor
frío. El terrible cielo bajo ahoga el amanecer. (No hay por dónde
escapar.) Silencio... El amor se para. Tiembla la culpa. El
remordimiento cierra los ojos. Más silencio...
El trueno,
sordo, retumbante, interminable, como un bostezo que no acaba del
todo, como una enorme carga de piedra que cayera del cenit al pueblo,
recorre, largamente, la mañana desierta. (No hay por dónde huir.) Todo
lo débil—flores, pájaros—desaparece de la vida".
"A mediodía, cuando el sol quema más, el pueblo entero empieza a humear y
a oler a pino y a pan calentito. A todo el pueblo se le abre la boca.
Es como una gran boca que come un gran pan. El pan se entra en todo: en
el aceite, en el gazpacho, en el queso y la uva, para dar sabor a beso,
en el vino, en el caldo, en el jamón, en él mismo, pan con pan.
También solo, como la esperanza, o con una ilusión..."
"Este árbol, Platero; esta acacia que yo mismo sembré, verde llama que
fue creciendo, primavera tras primavera, y que ahora mismo nos cubre
con su abundante y franca hoja pasada de sol poniente, era, mientras
viví en esta casa, hoy cerrada, el mejor sostén de mi poesía. Cualquier
rama suya, engalanada de esmeralda por abril o de oro por octubre,
refrescaba, sólo con mirarla un punto, mi frente, como la mano más pura
de una musa. ¡Qué fina, qué grácil, qué bonita era!"
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